EDITA GUERRERO, EDITA LA OTRA Y EL CONCIERTO DESAFINADO DEL DESAMOR
Una lectura teológica
Educador y especialista en Teoría del Conocimiento
“… Si tú no vienes amor ay yo no sé no puedo vivir sin ti, ahora me falta tu amor ya no podré más resistir…” / “Muriendo de amor” – Corazón Serrano en la voz de Edita Guerrero
Edita Guerrero Neira nació en el pueblito de Bella Vista de Cachiaco, distrito de Pacaipampa, Provincia de Ayabaca, en el departamento de Piura y fue fundadora y cantante del grupo de cumbia “Corazón Serrano” que en los últimos años ha logrado alcanzar gran resonancia en la capital aunque en provincias ya sonaba desde hacía más tiempo. Pero esta crónica no parte de su muerte sino que se estructura desde su historia.
Era una tarde de agosto del año 2001 cuando me encontraba por el norte del país una vez más (la enésima vez durante mis años universitarios). Había salido de viaje y me sentía muy cómodo por Piura yendo de mochilero. Durante toda la tarde la recepcionista del hospedaje en donde me alojaba ponía sin parar un viejo casete de cumbia sanjuanera que me causó mucha extrañeza ya que no sonaba ni a “Aguamarina” ni a “Armonía 10” que por esos años la “rompían” en todo el Perú desde la calurosa Piura. Precisamente, debido a las secuelas del calor de la mañana y al intenso bochorno de la tarde, ni bien me instalé en aquel hospedaje salí hacia el portón de ingreso que daba a la calle tratando de refrescarme con un poco de brisa mientras miraba como en el restaurante de al lado culminaban la limpieza.
- … que música más rara…, me dije en voz alta
- Es Corazón Serrano, me respondió una voz vivaracha que provenía de una de las jóvenes que terminaban de trapear el piso del restaurante.
Bajé la mirada y la vi devolviéndome ella una sonrisa
- ¿Y qué grupo es ese?, proseguí buscando mayores detalles
Esa joven era dueña del casete y se lo había prestado a su amiga, la recepcionista del hospedaje, y juntas se habían hecho fanáticas de ese entonces desconocido grupo de cumbia. Con el tiempo libre que disponía por las tardes y la amistad que surgió en los siguientes días, me contó toda la historia del grupo y me contó que se llamaba igual que la cantante principal: Edita. Al igual que ella, Edita –la otra-, estaba llena de vida, de sueños y esperanzas. Me contó de su pequeña hija, concebida cuando tenía 17 años estando aun en el colegio, me contó que esperaba volver a estar con el padre de su hija, quién -para variar-, se había desentendido de ellas en los últimos tres años, y todo para darle una familia a su pequeña. Una casi recurrente historia en provincias pero yo solo estaba de paso y debía volver a la capital para cursar mi último ciclo en la universidad.
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Es una tibia tarde de marzo del 2014 y Corazón Serrano, que había llegado con fuerza el año pasado, ha triunfado finalmente en la ciudad de Lima dando en el gusto popular de sus habitantes, pero ahora, las radioemisoras de música tropical solo se lamentan informando el sensible fallecimiento de Edita Guerrero Neira quien dejaba este mundo a sus cortos treinta años para desconsolación de sus innumerables fans. Una verdadera lástima, sobre todo porque después de unos meses, Edita todavía no descansa en paz debido a la exhumación de su cuerpo por las sospechas que empiezan a tejerse sobre las causas de su repentina muerte y porque estas envuelven a la persona con quien soñó ser feliz alguna vez y para siempre: su esposo.
Día tras día los noticieros de espectáculos iban mostrando sórdidamente y sin ningún pudor la interna del matrimonio Olórtiga–Guerrero, mostrando que la relación entre ambos conyugues iba de mal en peor, y aún más, dejando la impresión que nunca empezó bien y que los maltratos (el personal de servicio admite que después de algunas discusiones Edita aparecía con moretones), vejaciones (Olórtiga le fue infiel varias veces y fue descubierto por la misma Edita dentro de un cine) y humillaciones (Olórtiga durante las discusiones le sacaba en cara a Edita ser una “gorda” y “serrana”) eran pan de cada día en ese hogar.
¿Por qué soportó tanto?, ella le equipaba e instalaba todo un consultorio dental para que él ejerciera su profesión, mientras él salía fuera de Piura para serle infiel. ¿Por qué decidió casarse con él?, los videos de la boda que la prensa ha difundido nos muestran a un emocionalmente gélido Olórtiga a pesar de estar celebrando –supuestamente-, uno de los días más felices de la vida.
Sea como fuere, Edita se quedó…
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"Quiero decirte cosas bonitas pero tú no estás aquí, no importa si estás con otra no te vayas yo te seguiré" / “Mi corazón sufre por ti” – Corazón Serrano en la voz de Edita Guerrero
El otoño aún no se va de la ciudad capital, el cielo gris anuncia que quiere hacer frío pero los primeros indicios del Fenómeno del Niño, que empieza a gestarse desde la lejana Piura, nos anuncian que el calorcito aún no se irá de nuestra húmeda metrópoli.
Era un sábado de Junio, un sábado como todos los de los últimos cinco años, es decir, un día en la que debo pasármela trabajando y movilizándome de un lado para el otro. Pero ese sábado no iba a ser igual a los demás porque en el cruce de las avenidas Las Artes con San Borja Sur me topé con un rostro que se me hacía conocido. Este rostro ya delataba el pasar de los años pero aun no perdía ese algo que le hacía amable que decantó en una conversación mientras ambos nos escrutábamos con la mirada…
- ¿Te conozco?, (dicho no de un modo cortante sino con curiosidad)
- Sí, tú eres de…
- Celendín, bueno, pero viví casi toda mi vida en Piura
- Edita
- Tú eres…
- ¡Aldo!
- ¿Aldo? ¡Dios, te ves distinto!, no te he reconocido
Estaba claro que el paso de los años había hecho mella en nuestros otrora rostros juveniles pero eso no impidió que la conversación empezara a fluir rápidamente, como en los viejos tiempos. Mientras caminábamos empezamos a hablar de todo en líneas generales y como no, también del suceso que enmarcaba nuestro reencuentro, la muerte de su tocaya, Edita Guerrero. Nos sentamos a continuar la entretenida plática en una panadería cercana hasta que la conversación entró al tema personal
- Oye, que bien que te ha ido Aldo, me alegró por ti (dibujando una sonrisa)
- ¿Y tú esposo?
- Ya no estoy casada (con gesto de desprecio)
- Pero, ¿eso no era lo que tanto deseabas?
- Sí, pero ahora estoy mejor, es más, estoy saliendo con muchos hombres y la paso muy bien
Si me tomaban una foto en ese momento hubieran visto el rostro de la perplejidad hecha carne
- Pero eso que haces no está bien (error, jamás le digas eso a alguien a quién ves después de tiempo)
- ¿Así? ¿Y quién te crees para decirme eso?, mi matrimonio fue un desastre, luché por darle a mi hija una familia pero él nunca quiso estar conmigo, toda su familia me despreciaba, me decían que era poca cosa para él por venir de una familia de poca plata, de serranos y porque no estudié nada después del colegio. Fueron diez años de sufrimiento, ¿me entiendes? diez años de soportarlo todo, su desprecio, sus borracheras, sus maltratos, su infidelidades, así que un día no aguanté más y me largué de esa maldita casa, me largué con mi hija y estoy en un pleito legal porque él se la quiere quedar…
- Pero, ¿qué tiene que ver eso con lo que me acabas de decir?, hablé rápido recuperándome del impacto de sus palabras
- Yo no tengo porque estar llorando y sufriendo como Edita Guerrero, ya lloré y sufrí bastante, ¡se me acabaron las lágrimas!, ¡no vale la pena llorar!
- No te abandones, hay mucha gente que de seguro te quiere, no piensas que estás sola en tu sufrimiento…
- ¿Quién dice que sufro?, ¿no me escuchaste?, ahora la paso bien y hago lo que quiero hacer
- De acuerdo… supongo que se lo pediste a la Virgen de Alta Gracia…
En ese instante dije eso tratando de alcanzar alguna referencia trascendente en la vida de Edita. Por aquel lejano 2001, durante una visita a una parroquia cercana, la había visto llevarle flores a esa advocación mariana muy recurrente en los oriundos de Cajamarca, pero eso ahora parecía no importarle mucho
- Ya no me vengas con eso que nada de eso existe
- ¿Y que existe?, ¿el sufrimiento o los hombres con los que sales?
- ¿Sabes?, ahora que los mencionas, te lo aclaro. Yo no estoy con alguno de ellos, solo salgo, no me he enamorado de ningún hombre y les pido que ellos no se enamoren de mí porque no sacarán algo, yo solo vivo para mí y para mi hija. Sin embargo, ellos me llenan de regalos, (mostrándome a la vez una cadenita de oro en la muñeca izquierda) se preocupan por mí, uno de ellos me acompaña a cualquier sitio si se lo pido y se acuerda siempre de mi cumpleaños llevándome a comer, además…. Bla bla bla bla bla…
En ese momento dejé de prestarle atención. Aunque mis ojos la miraban fijamente mi mente realizaba un viaje en el tiempo recordándola como era antes. De aquella muchacha de veinte años que usaba los antiguos polos de Topy Top (aquellos con los estampados de los personajes de los Looney Toones), que encendía velas “Misionera” y llevaba flores de jardín a la Virgen de Alta Gracia y que no usaba maquillaje no quedaba casi nada, por no decir nada.
Pero más dramático que eso era comprobar a través de sus desencarnadas confesiones, lo mal que la había pasado, el desamparo emocional en la que había estado sumida por años, el desencanto ácido por el sueño de una familia que anheló y nunca pudo conformar. Cada acto de libertinaje era un reproche, una venganza con la vida, ella en ese estado no alcanzaba ver más allá de lo meramente sensible porque al final lo sensible era lo único real en su vida y allí me estrellé con mis argumentos.
- Bueno, es tarde, ya debo irme…
- Oh sí, claro, que te vaya bien Edita, me gustó verte de nuevo después de tiempo
- A mi también Aldo, a mi también…
Y después de un sincero abrazo nos despedimos. El crepúsculo había llegado y era el telón que se cerraba en este breve reencuentro.
Rumié nuestra conversación a lo largo del camino de vuelta a casa y sentí desazón por lo torpe que había sido al opinar sobre lo que ella estaba haciendo. Quise juzgar instintivamente de nuevo pero mi conciencia me detuvo en un arranque de lucidez. Ella tenía muchas semejanzas circunstanciales a su tocaya Edita Guerrero, pero en su caso ella terminó por hartarse e irse aunque en esencia eran las dos caras de la misma moneda, las dos notas complementarias de un armónico en un concierto que se tornó desafinado para las dos.
- Edita Guerrero soportó mucho quedándose en casa tan solo por el afecto físico que recibía de él; Edita, la otra, se fue de casa huyendo de todo para buscar el afecto físico en todos los que se lo proponían.
- Edita Guerrero sabía muy bien del desamor de él, pero le bastaba una muestra de cariño sensible para ser feliz; Edita, la otra, sabe muy bien que no hay amor sino deseo en los hombres que la buscan pero eso le basta para ser feliz.
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"Te necesito para vivir porque mi vida eres tú, sin ti mi vida no puede ser porque reiré si mi respiro eres tú" / “Te necesito” – Corazón Serrano en la voz de Edita Guerrero
Trato de entender todos estos eventos a la luz de mi estancia en el Santuario de la Virgen de Guadalupe en México. Sentado en una banca llena de peregrinos comprendí que ellas eran yo porque ellas eran como nosotros, los peregrinos de ese templo que confundimos subconscientemente la adoración con la desesperación.
Muchas veces nuestras actitudes han dejado mucho que desear, muchas veces nuestra fe es realmente miserable y nuestros esfuerzos de ascesis son verdaderamente una vergüenza. ¿Cuántas veces he pateado el Plan de Vida?, ¿cuántas veces he preferido terminar las cuentas pendientes de una acalorada discusión a terminar las cuentas del rezo del Rosario?, ¿Cuántas veces he preferido observar a las émulas de Madonna que contemplar un cuadro de una Madonna en un ejercicio de admiración mística?, ¿en cuántos debates ataqué a mi prójimo con malicia insultando la inocencia del tiburón cuando destroza a una foca?, ¿cuántas veces he almorzado con pensamientos turbios opacando la honestidad del cerdo cuando come en su chiquero?
Solo me queda reír porque no hay nada más serio en esta vida que la risa porque la causa de nuestra desesperación es esa esperanza que late dentro de nosotros.
¿Por qué Edita Guerrero, Edita la otra, y yo muchas veces, preferimos el bajo salario de la sensibilidad?, ¿por qué no podemos anclarnos en y por la fe en el Amor infinito del bien de Dios? La puerta de Dios no parece tener un letrero tan llamativo como los de la avenida Javier Prado, en cuestiones de marketing, Dios pareciera ser un inútil.
¿Qué?, ¿quieres que lo lea?, de acuerdo, Tú siempre tienes la razón… a ver… a ver… ¡acá está!… Juan 4, 10: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados
Shhhhhhhhh… (Silencio)… acabo de ser vencido, acabo de comprender con mucha ayuda…
Cuando Edita Guerrero cantaba de amor, cuando Edita la otra me hablaba de amor, cuando yo escuchaba y respondía sobre el amor, asumíamos la idea de amor como una actitud que parte del hombre, un movimiento voluntario del corazón, actos visibles que materializan aquello que decimos profesar, pero jamás entenderemos otra cosa si es que antes no comprendemos que la base de todo, es que Él nos amó… ¡primero!. El amor tiene un significado teológico en su raíz. O no lo tiene y jamás lo entiendes, o lo tiene y lo asumes para verlo con ojos distintos.
El amor consiste en que nosotros No Amamos. Mientras no lo traguemos no experimentaremos a plenitud nuestra incapacidad para amar y nuestras emociones se debatirán en innumerables agitaciones ante la menor contrariedad. Debemos dejarnos vencer por la evidencia aplastante, de otro modo, nuestro amor y nuestros deseos de amar serán simplemente un “bonito deseo”, una semilla que jamás alcanzará la madurez de producir frutos verdaderos.
Entonces nos aferraremos con desesperación a la segunda parte de la cita bíblica, a aquella que nos dice que Él fue enviado como propiciación por nuestras miserias, entonces nos pondremos a amar a Dios y a los demás como una respuesta temblorosa, enclenque e insuficiente, al Amor que todo el tiempo estuvo con nosotros… y no nos dábamos cuenta. Es cierto como dice San Juan de la Cruz: hay que descender tan bajo, tan bajo, para poder por fin elevarnos tan alto, tan alto.
Es cuestión de confianza, porque la confianza es la que nos lleva al Amor, la confianza en dejarnos amar, la confianza de reconocer que nosotros no damos el primer paso porque ese paso ya ha sido dado. En medio de nuestros pretéritos recuerdos y repasando nuestra biografía ya no perderemos el tiempo rumiando nuestras miserias como nuestras alegrías, nos libraremos de todas las complicaciones que nos hacemos por la vida y nos alejaremos de todo complejo de superioridad o de inferioridad que provienen de tener la mirada clavada sobre uno mismo.
Dios tendrá un sistema de cuentas para cada uno de nosotros, Edita Guerrero no fue una “tonta que se dejó”, Edita la otra, no es una “sabida que se deja”, ambas de seguro lloraron mucho a saber, pero reconociendo que Dios nos amó primero y que podemos ofrecerle con temblor nuestro pobre querer ¿no vale la pena entonces llorar?
“… Y aunque no lo sabemos con exactitud, bien podríamos imaginarnos que hoy le canta a Dios alguna de sus letras: “Te ofrezco mi vida, mi alma, mi corazón serrano que sabe querer…” / Extracto de la carta abierta de la familia Guerrero Neira en memoria de su amada Edita